sábado, 27 de abril de 2024

Carilda Oliver.



Cuento

Yo era débil,
rubia, poetisa, bien casada.
Tenía deudas
y una salud de panetela blanca.
Hicimos una casa pobremente,
muchas ventanas:
para enseñar nuestros besos a las nubes,
para que el sol entrara.
La casa era tan bella
que tú nunca dormías.
Ya no eras abogado ni poliomielítico
ni nada.
Nunca dije:
¿cuándo vas a poner esa demanda?
porque yo tampoco
cocinaba.
Fueron días
como no quedan otros en las ramas.
Yo me empeñaba en sembrar algo en el patio:
tus gatos lo orinaban,
pero era tan feliz que no podía
decir malas palabras.
Ay, una tarde…
( Septiembre tomó parte en la desgracia ),
Ay, una tarde
( Dios estaría sacando crucigramas );
ay, una tarde
pusiste tantas piedras en mi saya
que desde entonces
ando inventándome la cara.
El cuchillo
tenía la forma de tu alma;
yo quería ser otra, hablar de las estrellas…
( sobraron noche y cama ).
Yo me empeñaba en sembrar algo en tu pecho:
tus gatos lo orinaban,
y era tan infeliz que no podía
decir buenas palabras.
Tarde en otoño.
Miré las sábanas amargas,
el jarro de la leche,
las cortinas,
y el crepúsculo me convirtió en su mancha.
( Yo era un clavel podrido de repente,
un canario botado ).
Con empujones que lo gris me daba,
entre temblores,
volví a la falda
de mi madre.
Pasaron tantas cosas
mientras yo me bebía la soledad a cucharadas…
Un viernes
-un viernes en que tu olvido me enterraba-
llegué a la esquina
deja casa.
Estaba allí como una tumba diferente,
se veía otra luz por las ventanas.
Tuve miedo de odiar…
(Ya era hasta mala).
Pasaron tantas cosas;
el tiempo fue cosiendo mi mirada.
Ahora no pueden asustarme con los truenos
porque la luz me alza.
Ahora no pueden confundirme con un libro.
Soy la palabra recobrada.
¡Ríanse,
agujas que en mi carne se desmandan;
ríanse,
arañas que me tejen la mortaja;
ríanse,
que a mí, también, carajo, me da gracia!

Pedro Javier Martín Pedrós




Cientos de miradas

se acurrucarán 

en tus manos 

para amar 

recuerdos 

que se fueron 

demasiado pronto.



Pedro Javier Martín Pedrós

viernes, 26 de abril de 2024

María Diaz.



Te llamaba pero no oías,
tú nunca oías.
Nadie mojaba las calles
solitarias de lluvia como yo.
Me cruzaba con miradas llenas
de misterio y se posaban en la
mía.
Ya no llueve,la noche descansa
y comienza a grisear.
Yo también descanso envuelta entre sábanas blancas.
No,no estoy sola ,
me acompaña el murmullo
cansado de los árboles,
el ruido del viento que entra
por las aristas de mi ventana
y el canto alegre de un mirlo
enamorado.
Me acompaña mi libro
de poemas ,
Mi taza humeante de café
caliente.
Y mis muebles ,también ellos
me acompañan carcomídos
por el paso del tiempo.
Allí guardo tus recuerdos
y esa sombra tuya rebelde
que no quiere marcharse.

miércoles, 24 de abril de 2024

Mar Marchante Ortega

 


 



Eldeseo

El deseo es ese salvaje instinto de supervivencia en la trinchera de las sábanas.
El deseo es la saliva y el sudor de tu cuerpo derramándose en mi espalda.
El deseo es la cama desnuda y las ganas abiertas.
El deseo es el olor a tu tabaco en mis dedos.
El deseo es la penumbra
El deseo es tu boca en mi nuca...
Es la luz tras los párpados cerrados.
El deseo es tu cuello reduciéndose en mi pelo.
el deseo es la mano que retuerce el nudo del pañuelo
El deseo es la cintura y el grito,
el deseo es placer y es marcar con tu embestida el ritmo.
El camino que conquistas con caricias de labios y piel...
El deseo es tu voz en mi oído.
El deseo es el calor de tu boca en mi ombligo.
Y el eco de los gemidos en el somier.
Y el deseo eres tú, gimiendo conmigo.
El deseo es la piel que habito...
El deseo son tus dedos cayendo en cascada hasta mi abismo.
El calor que envuelve nuestros sentidos.
El deseo es vértigo y equilibrio
Húmedos perfiles que hacemos nuestros.
El deseo es caos y es delirio.
El deseo, es,
vivir a tientas el destino,
besar unos labios rojos,
locura atada de pies y manos
morder una clavícula.
lamer el espacio del pubis hasta el delirio.
El deseo es eso que tú enciendes conmigo.

Miguel de Unamuno



¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
en el recuerdo del olvido,
y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!
¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado,
mi madre, mi hija, mi mujer!

domingo, 21 de abril de 2024

Cristina Liso Aldaz




NATURALEZA

En otoño, cansada
como los árboles,
dejo caer mis hojas.
Los zorzales vuelan
en el jardín
y me nacen alas.
Pongo sobre tus manos
la tierra fértil
y en nosotros, después,
renace todo su verdor.

Carmen Maroto

 




Entraré por la puerta falsa

-por la puerta de atrás-
entraré sin hacer ruido,
sin registro
sin previo aviso,
acudiré a la cita
como si fuera lunes,
sin maquillaje
sin parapetos,
entraré con cicatrices,
lastimada
con los miedos
digeridos,
entraré justa,
con los años muy cumplidos
el juego roto
las palabras bien pensadas.
Entraré para decirte
el tiempo que perdimos.


Carmen Maroto
Abril 2015
Obra de Cristina Troufa