LLEGAR donde la poesía descansa,
rozar el murmullo de su voz,
recuperar la calma abrazada a ti,
y sentir el hogar nevado, con los pies descalzos.
Desorientada por tanta blancura
emplearé los cinco sentidos y diré palabras:
Amor, lágrimas, miedo…
palabras todas en peligro de muerte.
Ahora sé por qué las cosas se hacen añicos.
Y por qué en el huerto revientan los cerezos.
…Y tengo pánico de ahogarme
en este río desbordado,
donde árboles sin ramas
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