Aprender a morir es aprender a amar,
sacar de las raíces de tu tierra todas las palabras,
sílaba a sílaba,
dejar que la costumbre sea el tiempo
que acoplado a tu espalda te desangra,
que el silencio tenga el color violeta
y que en tus manos quepan desde los ecos de la noche
hasta la verdad de cada incertidumbre que te inunda.
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